El mundo es Doxa apariencia que engaña.
El libro de San Agustín "La ciudad de Dios" presenta el relato histórico de la humanidad mirado desde un atalaya teológico. Desde el Génesis hasta el infierno, fin de la ciudad terrena; y hasta el cielo, fin de la ciudad de Dios. El obispo de Hipona describe la formación, desarrollo y enfrentamiento de las dos ciudades que conviven con gran tensión hasta el fin de los tiempos.
Según la exégesis bíblica estaríamos transitando el fin de los tiempos. Ya Jesús nos advertía en su discurso escatológico sobre la llegada de estos tiempos: “Aprendan esta comparación, tomada de la
higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan
cuenta de que se acerca el verano.” (Mt. 24, 32).
También la Madre de Dios, en todas sus apariciones aprobadas por la Iglesia, nos pone en alerta sobre lo que está por suceder muy pronto. Muchas de sus profecías ya se han cumplido.
Debemos aclarar que no estamos refiriéndonos al fin del mundo. Este artículo no tiene por finalidad difundir el pánico, informando posibles catástrofes y terribles males para la humanidad. Nuestro objetivo no es el mismo de muchas sectas que, desde su propia denominación, intentan crear un ambiente de miedo y desesperanza abusando de la sensibilidad de la gente.
Nuestro fin, principalmente, es observar y dar a conocer, a la luz del Evangelio, de las revelaciones Marianas y de los hechos acontecidos y por acontecer, lo que estaría por venir pronto: “Así también, cuando vean
todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta.” (Mt. 24. 33).
Como dijimos, para nuestra observación consideraremos las siguientes apariciones de la Virgen, con sus respectivos vínculos, para que el lector pueda acceder al contenido de cada una de ellas.
El mensaje central que une a estas cinco apariciones siempre es el mismo: Arrepentimiento, Conversión, Penitencia, Ayuno y Oración (Rezo diario del Rosario). Todos los demás hechos profetizados estarán condicionados al cumplimiento de las premisas citadas.
A nadie escapa que en el mundo actual reina el mal y el pecado en todos sus rincones. Pecados gravísimos por todos conocidos, baste con ver los noticieros. En tal sentido, nos abocaremos a mencionar algunas peculiaridades que serían los desencadenantes de aquellas profecías.
Si hablamos de pestes ya hemos padecido algunas como el SIDA o la plandemia.
Las hambrunas acechan a todo el planeta.
Las catástrofes naturales están devastando a distintas regiones con inundaciones, terremotos, incendios forestales y tsunamis (cada vez más frecuentes y de mayor intensidad).
Los enfrentamientos sociales son moneda corriente en todos los países. Ya se trate por temas delictivos o raciales: "para que los hombres se
mataran entre sí..." (Ap. 6, 4).
Finalmente, nos detendremos en la guerra. Por sus terribles consecuencias de destrucción masiva, la guerra moderna o post moderna provocaría la destrucción de casi las dos terceras partes del mundo conocido. Una nueva guerra mundial haría llover fuego y azufre del cielo.
La mentira de la prensa occidental a convencido a la gente común que Ucrania le estaba ganando la guerra a Rusia. Que Rusia ya no era la temible potencia militar del siglo XX. Que sus Fuerzas Armadas estaban obsoletas y, hasta peyorativamente, se dijo que su arsenal militar era ferretería vieja y oxidada.
¡Ucrania ha perdido la guerra! Los responsables de toda esta mentira global, como siempre, son los Estados Unidos y su organismo pantalla la OTAN, al servicio de los grandes capitales. Dichos "socios" convencieron a Ucrania, con espejitos de colores, para que fuera a molestar al "Oso" que estaba tranquilo.
Desde siempre Rusia tuvo el legítimo derecho de volver a anexar a Ucrania a su territorio. Salvando las diferencias los argentinos algo conocemos al respecto.
Concretando, pues es un tema demasiado complejo.
Ucrania sufrió en esta guerra 400 mil bajas mientras que Rusia 40 mil, sin haber realizado su primera movilización que concentraría, aproximadamente, 6 millones de soldados en la frontera con Europa. Hasta ahora Rusia empeñó sólo a soldados profesionales.
Rusia cuenta con un arsenal de tierra, mar y aire de última generación. Sus cohetes hipersónicos llevarían la guerra a París en dos horas. Este simple dato nos revela que en la actualidad, la guerra ya no se libraría en el frente sino en las retaguardias de los ejércitos. La guerra moderna se resuelve a la distancia.
Las fuerzas militares de EE.UU. no están a la altura de Rusia y menos de China. No se pueden equiparar ni en armamento, ni en disciplina y menos en experiencia militar reciente.
Como corolario: con la guerra perdida por Ucrania, EE.UU. y la OTAN quedarían expuestos a la terrible disyuntiva de enfrentar al coloso Ruso. Esa decisión nos colocaría al borde de una tercera guerra mundial y por ende, a una devastación nuclear.
Conclusión
Como católicos, deberíamos estar más preocupados por atender y satisfacer los pedidos de Nuestra Madre la Virgen María en sus apariciones, que por las cosas mundanas y coyunturales de estos tiempos. También la Iglesia vive una grave crisis, cuyo desenlace comenzaría el 4 de octubre próximo con el inicio del Sínodo de la sinodalidad. Finalizado este gran Sínodo de obispos en 2024, se cumpliría la profecía de la gran tribulación dentro de la Iglesia.
Es muy importante saber que los mensajes previenen sobre un gradual desarrollo de todos los acontecimientos.
“En cuanto a ese día y esa hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.” (Mt. 24; 35-39)
Dijo la Virgen María: "La copa ya rebosa y no puedo seguir sosteniendo el brazo fuerte de mi hijo"
(1) Con proceso abierto para establecer su veracidad. A nuestro criterio, Garabandal todavía sigue esperando el cumplimiento del "Aviso", "El Milagro" y "El Castigo" prometido por la Virgen si el mundo no se convertía.
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