Expondremos a continuación un fragmento del libro "De la Cábala al progresismo" del P. Julio Meinvielle que, a nuestro juicio, demuestra la raíz demoníaca de la práctica del aborto.
“Un judío muy sabio, a punto de morir, había hecho a los judíos esta predicción: «Vosotros no podéis curaros de la vergonzosa enfermedad que os aflige sino por el uso de sangre cristiana…, porque la sangre humana está en el fondo de las prácticas de la magia».
Le es menester a la magia sangre, sangre humana y grasas humanas para cumplir sus ritos y perfeccionar sus crismas sagrados, sus ungüentos maleficiarios, sus sacramentales, para alcanzar su objetivo sacrílego. Aquí, allá y en todas partes según el tiempo, según el genio y el grado de civilización de los pueblos, le es menester esta sangre y esta carne, brebaje y medio de regeneración mística. Y, desde el origen de los tiempos históricos, la Biblia misma nos da, sobre el suelo de Canaan, el espectáculo de estas odiosas prácticas, de esta antropofagia sacra, de esta carne y esta sangre humana que comían y bebían los judíos con los cabalistas de Canaan y cuyos encantamientos exigían el uso.
Procedimientos
de cábala y de magia, es decir, medios demoníacos, pero empleados a título de
medios religiosos o científicos, he aquí dos cosas que se reproducen sin cesar
en el judío en el ejercicio del arte de curar o de predecir los males del
cuerpo.
Y, en
el examen atento de los crímenes de niños cometidos por judíos, lo que llamará
más vivamente la atención de un sagaz investigador no será siempre y sólo un
feroz sentimiento de odios religiosos; será con frecuencia la intención de
hacer servir la sangre humana y las carnes desgarradas a operaciones mágicas
dotadas de la virtud de curar males del cuerpo y del espíritu.
Pero lo
importante y lo que debe ser suficientemente destacado es que el sueño de los
conspiradores de la Cábala ha sido siempre apoderarse hábilmente del poder y
retenerlo disimuladamente en provecho propio. Debían crear una sociedad
entregada a la abnegación por votos solemnes, protegida por reglamentos
severos, que se reclutaría por la iniciación y que, sola depositaria de los
grandes secretos religiosos y sociales, haría reyes y pontífices sin exponerse
a las corrupciones del poder."
A partir de Caín en adelante la humanidad se divide en dos bandos o en "Dos ciudades" a decir de San Agustín. Dos amores han dado origen a dos ciudades: el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, la terrena; y el amor de Dios hasta el desprecio de sí, la celestial. La primera se gloría en sí misma; la segunda se gloría en el Señor. Subsiste en el mundo desde su creación una guerra entre el bien y el mal.
La tradición talmúdica se convierte entonces en lo que el Talmud llama el vinagre, el hijo del vino. Así pues, aquella primera perversión llega a nuestros días con los nombres de Cábala moderna o Cábala de izquierda, o Cábala farisaica, o Cábala mágica. El mal se esconde y actúa desde organizaciones secretas o pantallas filantrópicas cuyo mayor exponente es la masonería.
La sangre humana continúa alimentando los rituales demoníacos que exige el príncipe del mundo. En el mundo actual no sólo se sacrifican niños por nacer sino que, también se comercializa las grasas humanas de sus desechos como materia prima de productos banales.
El demonio odia especialmente a la mujer porque fue una Mujer la que pisó la cabeza de la serpiente. Sus discípulos usan a la mujer y al fruto de su vientre para adorarle.
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