El pasado que no pasa...
Ayer como hoy, o se está a favor de la Revolución Francesa o se está en contra. Se es revolucionario o contrarrevolucionario. No hay término medio, esa tensión más teológica que ideológica marca la realidad del mundo actual. Los postulados de aquella revolución nos trajeron a la modernidad del número, regida por la democracia y el sufragio universal. La verdad es relativa y depende de la mayoría.
Todas las actividades del hombre están impregnadas por el espíritu revolucionario. Hasta la Iglesia actual esta infiltrada por ese espíritu.
De aquella cruenta y maligna revuelta devienen el liberalismo, el socialismo y su último estado, el comunismo, según Vladimir Lenin.
El fin último de la Revolución Francesa es la descristianización de Europa y como reflejo la descristianización del mundo. Nada se produce instantáneamente todo tiene su antecedente.
- La primera revolución, Luterana, fue teológica: "Dios y Cristo sí la Iglesia no".
- La segunda revolución, la francesa, fue teológico-política: "Dios sí, Cristo y la Iglesia no".
- La tercera revolución, la bolchevique o comunista, fue atea: "Dios ha muerto".
"Detrás de toda política está la teología"
(Donoso Cortés)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se ruega hacer comentarios respetuosos. Sin disenso no hay consenso...