CARTA DE UN PECADOR A LAS RESPUESTAS DEL PAPA
"Francisco, Francisco ¿qué decís?" |
A S.S. el Papa Francisco:
Su Santidad, luego de leer sus respuestas a las Dubias de los Cardenales, me vino a la mente la imagen de Cristo camino al calvario con la Cruz a cuestas junto a Ud., caminando tranquilo a su lado y diciéndole:
“Señor,
veo a los pecadores y no puedo dejar de conmoverme con sus sufrimientos. Ellos
necesitan no sólo ser comprendidos sino ayudados a llevar sus pecados, no su
cruz, con amor y dignidad. Son muy frágiles y les cuesta reconocer sus “errores”.
Señor, «hay muchas maneras de expresar el
arrepentimiento. Frecuentemente, en las personas que tienen una autoestima muy
herida, declararse culpables es una tortura cruel, pero el sólo hecho de
acercarse a la confesión es una expresión simbólica de arrepentimiento y de
búsqueda de la ayuda divina». Ellos Señor, los pecadores, no tienen las fuerzas
y resistencia al sufrimiento que tienes tú, por eso mismo Señor, no podemos
exigirles que tomen su cruz y te sigan”.
Su
Santidad, soy un gran pecador y me esfuerzo a diario para serle fiel a Cristo y
no traicionarlo ofendiéndolo con mis pecados. Soy perezoso y me cuesta mucho
rezar mis oraciones. Mis miserias humanas me hacen caer continuamente y, con la
ayuda de la confesión vuelvo a comenzar. Jesús nos dijo que tomásemos nuestra
cruz y lo siguiésemos, pues eso trato de hacer. Los pecados carnales son los
más difíciles de combatir en un mundo erotizado que nos agrede a toda hora con imágenes
y sugerencias hedonistas. Verdaderamente su Santidad, la puerta es estrecha y angosto el camino que lleva a la vida.
Sus
respuestas a las Dubias me dejaron
consternado, sembrando en mi espíritu una amarga desolación. No escucho en
Pedro las palabras que alienten mi esfuerzo para continuar la lucha contra el
maligno. Resulta que ahora la salvación de nuestras almas depende de una expresión simbólica de arrepentimiento y no de un cabal arrepentimiento pues, «no debemos exigir a los fieles propósitos de enmienda demasiado
precisos y seguros, que en el fondo terminan siendo abstractos o incluso
ególatras».
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