Carta abierta a la Nación Argentina
Conciudadanos:
La Nación Argentina nació hispánica y católica no sajona o liberal ateo-protestante. Nuestra querida República fue arropada en honorable cuna y forjada por criollos que la defendieron a sangre y fuego de potencias extranjeras, que pretendían adueñarse de nuestras riquezas y territorio. Hasta nuestros días combatimos al inglés con las armas, para recuperar aquellas lejanas Islas que nos fueron robadas.
Una
cosa es sanear la desquiciada economía que sufrimos, poner orden administrativo
al descalabro heredado de gobiernos corruptos y otra muy distinta, es apostatar
de nuestra religión y renegar de la cuna y tradiciones que dieron origen a la
Patria.
Dirijo
esta misiva a la Nación porque en el presente la ambigüedad y la hipocresía son
moneda corriente. Por un lado honramos a nuestros próceres y héroes con
verborrágicos discursos y por el otro veneramos, nos entregamos a potencias
extranjeras con impensada incredulidad de que van a solucionar nuestros
problemas políticos, sociales y económicos.
Hace
tiempo ya que a nuestros gobernantes les seduce la idea de entregar riquezas
naturales y territorio a cambio de una utópica mejora económica.
Nuestro
Presidente apóstata de su religión se exhibe venerando a
banderas extranjeras; defiende y se compromete con causas
internas de otros países sin medir las repercusiones negativas de dichas
actitudes. Promete FF.AA. bien equipadas e instruidas: ¿Con qué finalidad? Tal vez
para ser cipayos de las potencias que tanto admira.
El
socialismo es un epifenómeno del liberalismo, ambos corren por vías paralelas
hacia un mismo objetivo, el progresismo. El marxismo cultural y el liberalismo
comparten la misma raíz hegeliana de la autodeterminación, donde el hombre
construye su propia historia. Se concibe asimismo no dentro de un orden natural
sino en su pensamiento. Estas foráneas ideologías son, desde todo punto de
vista, contrarias a nuestras raíces y tradiciones.
Finalizando,
vengo a recordar las últimas estrofas de “Aurora”, cantada izando la bandera en
todos los cuarteles y colegios:
Es la bandera de la Patria mía,
del
sol nacida, que me ha dado Dios.
Es hora que pongamos blanco sobre negro. Bandera y Patria dadas por Dios no por Adam Smith o Rousseau, cuyo contorno territorial está configurado y protegido por el Santo Rosario.
Daniel Elía
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