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martes, 25 de julio de 2023

PERROS MUDOS

 


 “Non tenebrare tenebrares tuas”

 Exento de sublimidad literaria y, en breve síntesis, intentaremos desenmascarar con mordaz crítica a un generalizado sector de la iglesia que, subrepticiamente, pretende formar una nueva iglesia. Esta es una visión laica del  comportamiento eclesiástico, observado por un rebaño que se está quedando sin pastores. Las Sagradas Escrituras hablan por sí solas o “gritarán las piedras”.

Hablando de Escrituras es oportuno comenzar citando a Isaías:

 “Sus guardianes son todos ciegos, ninguno de ellos sabe nada. Todos ellos son perros mudos, incapaces de ladrar. Desvarían acostados, les gusta dormitar.

Esos perros voraces nunca terminan de saciarse, ¡y ellos son los pastores! No saben discernir, cada uno toma por su camino, todos, hasta el último, detrás de su ganancia.” (Is 56, 10).

 Decía Chesterton: “La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza”. Excelente frase para enrostrar a los soberbios clérigos que subestiman al pueblo de Dios.

Así como los cristeros de México defendieron la fe con las armas, nosotros los laicos marginados defenderemos la fe y la doctrina con la palabra. Tenemos el derecho y la obligación de defender nuestra Fe porque en el bautismo fuimos ungidos con la dignidad de “Reyes, Sacerdotes y Profetas”. Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Si los perros callan verdades desde el púlpito nosotros las gritaremos desde las calles.

Una gran mayoría de nuestros “pastores” predican una doctrina vaciada de contenido, confusa y acomodaticia. Cuando las ovejas no reconocen al pastor huyen al monte. Es menester aclarar que el pueblo de Dios es un manso rebaño cuando está a salvo con su pastor pero se convierte en un ejército de leones cuando se los persigue, dan testimonio de ello los más de 70 millones de mártires en la historia de la iglesia.

 “Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo (…). En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo”. (Jn 16, 32).

La iglesia está dispersada, tenemos la iglesia fiel a Cristo que ha vencido al mundo y también está la iglesia que se hizo cómplice del mundo y del pecado.

En encendidas homilías hay sacerdotes que exhortan a los fieles a actuar como Jesús cuando se reunía con “publicanos y pecadores” (Mt 9, 9-13); así debemos actuar pero, se les olvida decir que muchos, como Mateo, fueron dóciles a las enseñanzas del Maestro y se convirtieron, abandonando una vida de pecado: “…Vete y no peques más” (Jn 8, 11). Cristo no condena a los pecadores sino al pecado.

¡Fariseos!, nos tratan como a ignorantes y duros de corazón pretendiendo ustedes predicar el “amor” al prójimo, tolerando, por no decir justificando el pecado. Todo mundo es bien recibido en la iglesia menos el pecado que es aborrecido. ¿Quieren seguir a Cristo? ¿Quieren comer su Cuerpo y beber su Sangre?, pues carguen su cruz (Mt 16, 24) y mueran a sus desordenadas miserias.

La religión católica no es una asociación filantrópica con la finalidad de recoger y ayudar a personas auto-marginadas para que puedan convivir, sin culpa, con sus desordenados caprichos, consintiendo y tolerando sus pecados.

La vida católica es una imitación de Cristo, es una militancia que exige una lucha permanente entre el bien y el mal.

“Si Cristo vino a perdonar los pecados Freud fue mucho más lejos, eliminó la culpa. Aunque la psicoterapia puede hacer mucho para descubrir y subsanar circuitos defectuosos en la estructura anímica, no logra superar la culpa. Ahí rebasa sus límites y por eso fracasa con tanta frecuencia. La culpa sólo puede superarla de verdad el sacramento, el poder pleno procedente de Dios” (Benedicto XVI, “Dios y el mundo”).

Nos quieren predicar la divina misericordia como suficiencia sin límites para alcanzar la salvación del alma. Una igualdad falsa que ignora la justicia pues, sin misericordia no hay justicia y sin justicia no hay misericordia. Vale recordar que en términos bíblicos la justicia equivale a la santidad.

 Qué dice el mundo:

 - Nunca hemos sido más libres. La “alfabetización” está en su punto más alto. Estamos trabajando para eliminar el racismo. La intolerancia. La desigualdad de género. La gente puede amar a quien quiera. Ser quien quiera, hacer lo que quieran. El hombre, la mujer son dueños de su cuerpo. La diversidad ya no es un sueño.  Logramos un pensamiento único. El discurso del odio ya no se tolera y, políticamente, estamos recuperando el terreno moral. Podemos crear vida en el laboratorio o interrumpirla en el quirófano; también podemos elegir morir felizmente, sin sufrimientos.

“Non serviam” ¡Por fin somos libres!

 - El demonio está encantado, rebosa de felicidad con este mundo pues, ha superado ampliamente sus expectativas.

 Qué responde la iglesia cómplice:

 - Esta iglesia aggiornada, desacralizada (personas que se acercan a comulgar con un perro en brazos; hostias consagradas que caen al piso y no reciben el tratamiento adecuado; ministros que abren el sagrario y se ponen a charlar frente a Jesús sacramentado; sacerdotes que, a sabiendas, dan la comunión a personas en pecado mortal, bautismos que son un carnaval, bendición de parejas homosexuales). Como decíamos, esta iglesia moderna, comprensiva, fraternal, “solidaria”, tolerante con el pecado, antropocéntrica, culposa, politizada y vaya uno a saber cuántas cosas más; Perdió el sabor de la sal”. Esta iglesia dejó solo a Cristo.

 - ¿Somos exagerados? ¡No! Basta con escuchar las homilías de muchos sacerdotes en diferentes parroquias durante las Misas de todo el año. Basta con ver el comportamiento de muchos “fieles” en el templo.

En Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y también durante el tiempo ordinario como en las distintas celebraciones, los Evangelios dan cabida y sustento para tratar y refutar todos los temas sostenidos e impuestos por el mundo.

Esta iglesia vaciada de doctrina siempre repite y refiere las mismas cosas: que Dios es infinitamente misericordioso; el amor al prójimo, al más necesitado; la ayuda a los pobres; “la eternidad”; que debemos caminar juntos tomados de la mano. Ruega por la patria y los gobernantes de turno. Dios es amor dicen y El espera que abramos nuestros corazones para dejarlo entrar en nuestras vidas. En definitiva, hay que estar en sintonía con Dios, si sos bueno te salvas. Este discurso parece más de una iglesia pentecostal que de una católica.

Predica sólo una parte de las Sagradas Escrituras. Ignora y, prácticamente, borra la otra parte, la que habla de la Cruz, los dogmas, los sacramentos, la santidad, la lucha contra el pecado, el sufrimiento, el demonio, la muerte, el infierno. Jamás predica sobre los novísimos: muerte, juicio, infierno y paraíso. Si escucharan el sermón del santo Cura de Ars sobre el “Juicio final” (en YouTube) saldrían corriendo a postrarse ante el altar.

Nunca renueva su condena al aborto, pecado que tiene más relación con el quinto mandamiento que con el sexto; lo asimila como cosa juzgada, ¡ya está!

Nunca critica a las ideologías de moda para alertar a los fieles sobre el mortal veneno que le están inoculando, a la sociedad toda y a los jóvenes en particular.

Nunca habla sobre la ESI (Educación Sexual Integral) para alertar a los padres sobre la perversa moral inculcada a sus hijos a través de los programas educacionales.

Nunca habla sobre las advertencias de nuestra Madre en sus apariciones, referidas a los “errores que esparciría Rusia” (el comunismo) a todas las naciones, errores que en la actualidad estamos padeciendo; en cambio, con gran soberbia, politizan la imagen de Jesús para luchar por la “Justicia social” predicando la nefanda teología de la liberación.

 - “Podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño” (Mc 16, 18).

 Claramente, en este pasaje Jesús se refería a las falsas doctrinas y a las actuales ideologías que buscan la destrucción del hombre. Parece que la iglesia cómplice no lo ha comprendido.

 Preguntamos:

 ¿Por qué no se predica la vital importancia de la Cruz para alcanzar la salvación?

 “En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo.” (San Luis María Grignion de Montfort).

 - Predicar sólo la misericordia y el amor de Dios es decir una verdad a medias. Si en el Niño de Belén no vemos proyectada la Cruz, la vida de Jesús es un sinsentido.

Muy pocos sacerdotes, so pena de ser cancelados, hablan del camino estrecho para alcanzar la vida eterna, de la mortificación de las pasiones y de tantos temas relacionados con la Cruz.

La vida del católico ya no es militancia; se ha convertido en un turístico y cómodo peregrinar.

 “No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos…” (Mt 7, 21). “Penitencia, ayuno y conversión” pide nuestra Madre.

 Nos muestran al Jesús resucitado -amoroso y misericordioso- mas no al Cristo crucificado -viril, sufriente y humillado-.

Pedro en Cesarea de Filipo también quería la salvación sin la Cruz:

 “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”. (Mt 16, 23).

 ¿Por qué no hay confesores en los templos?

- Para confesarse, en la gran mayoría de las parroquias, hay que pedir turno. Es de suponer que los “pastores” están muchos más ocupados en tareas administrativas de lo que estaban san Juan María Vianney o el mismo padre Pío. Encontrar a un sacerdote, fuera de la Misa, en el templo es una misión imposible: “pase por secretaría…”

La ley suprema de la iglesia es la salvación de las almas (Canon 1752).

¡Confesionarios vacíos = almas condenadas!

Ahora bien, los confesionarios están vacíos porque nadie concurre a pedir perdón por sus pecados. Si hay deserción de penitentes quién es el responsable, pues el sacerdote, porque no instruye a sus fieles sobre el sacramento de la confesión. Porque nunca habla sobre el pecado y menos aún sobre la culpa. No habla porque no quiere ahuyentar a los parroquianos con pálidas que nadie quiere escuchar. El párroco que así se comporta prefiere el templo lleno antes que el cielo lleno. Son perros mudos.

 ¿Por qué no se imparte desde el ambón una profunda catequesis sobre la Eucaristía como ofrenda sacramental?

- Una cosa lleva a la otra. Sin confesión y sin formación eucarística se consiente, por omisión, que cientos de fieles cometan un sacrilegio a la hora de comulgar.

 “Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación.” (1 Cor 11, 27).

 - En un pasado no muy lejano, todavía se recordaba los requisitos necesarios para acercarse a comulgar, ya no se escucha.

 Indudablemente, existen graves errores que están ocurriendo en el seno de la Iglesia. En nuestra crítica quisimos centrarnos en los más ofensivos a Dios. Concluimos que una parte importante del clero está orillando la herejía.

Actualmente, para la mayoría de las personas, la palabra “herejía” connota disputas pasadas y olvidadas, y antiguos prejuicios contrarios a un examen racional. Por consiguiente, se piensa que la herejía carece de interés contemporáneo.

Hilaire Belloc en su libro “Las grandes herejías” define a la herejía como “la propuesta de innovaciones religiosas por medio de la extracción de algo que ha constituido la religión aceptada en algún momento dado, con el fin de negarlo o reemplazarlo por otra doctrina extraña.”

Partiendo de esta definición podemos afirmar que de hecho el divorcio es una herejía, dado que su característica es la negación de la doctrina cristiana del matrimonio. El comunismo también es una herejía, retiene mucho del esquema cristiano: la igualdad humana, el derecho a la vida y otras cuestiones. Niega tan sólo una parte: la existencia de Dios.

Así las cosas, la iglesia complaciente con el mundo busca crear otra religión dentro la misma Iglesia Católica, por eso son potenciales herejes.

Con su gran sabiduría Benedicto XVI vislumbró a la iglesia del futuro más o menos con esta sentencia: no piensen que en el futuro la iglesia seguirá siendo como hasta ahora con parroquias, templos y santuarios. La iglesia volverá a las primitivas catacumbas hoy materializadas en las casas y en la familia. Robert Hugh Benson en su novela apocalíptica “Señor del mundo” también describe un mundo futuro donde los templos serían utilizados para las celebraciones y rituales masónicos.

En su historia, la iglesia atravesó y lucho contra muchas herejías pero, siempre el Espíritu Santo la guió y la salvo de su destrucción, surgiendo de cada crisis mucho más fortalecida y unida.

¿Quieren crear una nueva iglesia? ¡Háganlo! pero no será Una, Santa, Católica y Apostólica. A decir de san Atanasio: “Ustedes tendrán los templos nosotros la Fe”.

  “No eches más oscuridad a tus oscuridades”



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